Cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo,
vos hacéte la chitrula y no te le deschavés;
que no manyes que estás listas al primer tiro de lazo
y que por un par de leones bien planchados te perdés.
Cuando vengas para el centro, caminá junando el suelo,
arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared,
como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo,
pues si no, dicen los giles, que te han echao a perder.
Si ves unos guantes patito, ¡rajáles,
a un par de polainas, ¡rajáles, también!
A esos sobretodos con catorce ojales
no les des bolilla, porque te perdés;
a esos bigotitos de catorce líneas
que en vez de bigote son un espinel...
¡Atenti pebeta!, seguí mi consejo:
yo soy zorro viejo y te quiero bien.
Abajate la pollera por donde nace el tobillo, dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí,
comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos y dale el olivo al polvo, a la crema y al carmín. Tomá leche con vainillas o chocolate con churros, aunque estés en el momento propiamente del vermut.
Después comprate un bufoso y, cachando al primer turro,
por amores contrariados le hacés perder la salud.
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